jueves, 15 de noviembre de 2012

Carpintero de ataúdes


  Ha enterrado a seis de sus familiares. Dice que el cajón son solo tablas, pero cuando está terminado inspira respeto, además ayuda un poco a que el difunto parta en paz.
En un taller de 12 metros de largo por 10 de ancho, Everardo serrucha las tablas con las que va a armar los dos ataúdes, su producción diaria. La jornada comienza a las 6:00 de la mañana.
Conforme pule algunos cajones, recuerda a los familiares muertos a los que les hizo el cajón. Son seis, incluida su esposa y su hijo de 23 años, que murió hace un año. Con dolor dice que antes de partir, su hijo ayudó a hacer su propio ataúd, pues era una empresa familiar.Saber mas...

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