El relato del ataúd de Borox, elevado actualmente a la dudosa categoría de leyenda urbana, es conocido a través de un librito sobre vampirismo y magia póstuma escrito por Miguel Ángel Aracil, quien lo obtuvo a su vez de un confidente cuya identidad no se revela en la obra, y en pocas líneas establece que “un ataúd llegado al puerto de Cartagena, a mediados del siglo XIX, que fue almacenado allí durante algún tiempoSaber mas..
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